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Génesis 39

39
José y la esposa de Potifar#39.1-23 Aquí continúa la historia de José, interrumpida por el episodio de Judá y Tamar (cap. 38).
1Cuando José fue llevado a Egipto, un egipcio llamado Potifar lo compró a los ismaelitas#39.1 Ismaelitas: Cf. Gn 25.12-18; 37.25-28. que lo habían llevado allá. Potifar era funcionario del faraón y capitán de su guardia.#39.1 Este v., que repite casi literalmente Gn 37.36, sirve para unir con el iniciado en el cap. 37. 2Pero el Señor estaba con José,#39.2 El Señor estaba con José: Véase Gn 26.3 n.; cf. también Hch 7.9. y le fue muy bien mientras vivía en la casa de su amo egipcio. 3Su amo se dio cuenta de que el Señor estaba con José, y que por eso a José le iba bien en todo. 4Esto hizo que José se ganara la simpatía de su amo, que lo nombró su ayudante personal y mayordomo de su casa, y dejó a su cargo todo lo que tenía. 5Desde el día en que Potifar dejó a José a cargo de su casa y de todo lo suyo, el Señor bendijo a Potifar, tanto en su casa como en el campo. 6Con José al cuidado de todo lo que tenía, Potifar ya no se preocupaba mas que de comer.
José era muy bien parecido#39.6 Bien parecido: La referencia a la belleza física de José prepara la escena de la seducción, relatada en los vv. siguientes. Véase 1 S 9.2 n. y causaba buena impresión, 7así que después de algún tiempo la esposa de su amo se fijó en él, y un día le dijo:
—Acuéstate conmigo.#39.7 Un relato egipcio de la época del faraón Ramsés II (la llamada «historia de los dos hermanos») relata un intento de seducción semejante al de la mujer de Potifar. La antigua literatura egipcia presenta con frecuencia a las mujeres del país como frívolas e infieles a sus compromisos matrimoniales.
8Pero José no quiso, y le contestó:
—Mire usted, mi amo ha dejado a mi cargo todo lo que tiene, y estando yo aquí, no tiene de qué preocuparse. 9En esta casa nadie es más que yo; mi amo no me ha negado nada, sino solo a usted, pues es su esposa; así que, ¿cómo podría yo hacer algo tan malo, y pecar contra Dios?
10Y aunque ella insistía con José todos los días para que se acostara con ella y estuviera a su lado, él no le hacía caso. 11Pero un día José entró en la casa para hacer su trabajo y, como no había nadie allí, 12ella lo agarró de la ropa y le dijo:
—Acuéstate conmigo.
Pero él salió corriendo y dejó su ropa en las manos de ella. 13Cuando ella vio que al salir le había dejado la ropa en sus manos, 14llamó a los siervos de la casa y les dijo:
—Miren, mi esposo nos trajo un hebreo#39.14 Hebreo: Véase Gn 14.13 nota. Aquí el término se emplea en sentido despectivo. que ahora se burla de nosotros. Entró a verme y quería acostarse conmigo, pero yo grité muy fuerte; 15y cuando me oyó gritar con todas mis fuerzas, salió corriendo y hasta dejó aquí su ropa.
16Luego, ella guardó la ropa de José hasta que su amo llegó a la casa. 17Entonces le contó lo mismo, y dijo:
—El esclavo hebreo que nos trajiste entró en mi cuarto y quiso deshonrarme, 18pero cuando grité con todas mis fuerzas, salió corriendo y dejó su ropa aquí. 19Así me trató tu esclavo.
El amo de José se enojó mucho al oír lo que su esposa le estaba contando, 20así que agarró a José y ordenó que lo metieran en la cárcel, donde estaban los presos del rey. Pero aun en la cárcel 21el Señor siguió estando con José y mostrándole su bondad, pues hizo que se ganara la simpatía del jefe de la cárcel, 22el cual dejó todos los presos a su cargo. José era el que daba las órdenes para todo lo que allí se hacía, 23y el jefe de la cárcel no tenía que revisar nada de lo que estaba a cargo de José, porque el Señor estaba con él y hacía que todo le saliera bien.

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