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Esdras 9

9
Pecado del pueblo y oración de Esdras#9.1-15 Uno de los problemas más difíciles que Esdras y Nehemías debieron afrontar al regresar a Jerusalén fue el de los matrimonios mixtos (cf. Esd 9—10; Neh 10.28-30; 13.3,23-30). La prohibición de este tipo de matrimonio (Ex 34.15-16; Dt 7.2-6) trataba de evitar la contaminación religiosa y cultual entre los israelitas y los habitantes de Canaán. Entre los afectados por estas medidas había algunos dirigentes de la comunidad judía (v. 2). Cf. Neh 13.23-27.
1Cuando aquello se terminó,#9.1 Cuando aquello terminó: Esta expresión puede referirse a la llegada de Esdras y de los desterrados, que se describe en el cap. anterior (8.32-36). Quizá los sucesos narrados en 9.1—10.9 se desarrollaron después que Esdras estuvo cuatro meses en Jerusalén (cf. Esd 7.8-9; 10.9). Según algunos intérpretes, existe relación entre las medidas tomadas por Esdras y el relato de Neh 7.73b—8.18, ya que la lectura de la ley debió ser anterior a la disolución de los matrimonios mixtos y a la expulsión de las mujeres extranjeras. los jefes se acercaron a mí para decirme: «Los israelitas, incluidos los sacerdotes y los levitas, no se han mantenido apartados de la gente del país, es decir, de los cananeos, hititas, ferezeos, jebuseos, amonitas, moabitas, egipcios y amorreos,#9.1 Cananeos... amorreos: cf. Dt 7.1; 23.3. a pesar de sus odiosas costumbres paganas. 2Ellos y sus hijos se han casado con las hijas de esa gente; por lo tanto, el pueblo de Dios se ha mezclado con la gente de otros pueblos. Y los primeros en cometer este pecado han sido los jefes y gobernantes.»
3Al escuchar esta noticia, me rasgué la ropa, me arranqué los pelos y la barba en señal de dolor, y me senté completamente deprimido.#9.3 Cf. Gn 37.34; 2 S 1.11; Job 1.20; Is 22.12; Jer 16.6; Miq 1.8. Cf. también Lv 19.27-28; Dt 14.1. 4Todos los que temían el castigo del Dios de Israel por causa del pecado de los que habían vuelto del destierro, se unieron a mí; pero yo seguí sentado y deprimido hasta la hora del sacrificio de la tarde.#9.4 La hora del sacrificio de la tarde: las tres de la tarde, hora de la oración (cf. Hch 3.1). 5A esa hora me recuperé de mi depresión y, todavía con la ropa rasgada, comencé a orar al Señor mi Dios,#9.5 Comencé a orar al Señor mi Dios: Esta plegaria es un ejemplo típico de oración penitencial, género que se desarrolló de un modo especial después del exilio (Neh 9.1-37; Dn 9.4-19; Bar 1.15—3.8). Dios se presenta, no como juez, sino como parte ofendida. La oración incluye la enumeración de los pecados cometidos por los antepasados; luego sigue el pedido de perdón y la promesa de no volver a pecar. 6diciendo: «Dios mío, Dios mío, me siento tan avergonzado y confundido que no sé cómo dirigirme a ti. Nuestras faltas han sobrepasado el límite, y nuestras culpas llegan hasta el cielo. 7Desde hace mucho tiempo y hasta ahora, hemos vivido en grave pecado. Por causa de nuestras maldades, tanto nosotros como nuestros reyes y sacerdotes hemos sido entregados al poder de los reyes de otros países. Hemos sido heridos, desterrados, saqueados y despreciados, y en esa misma situación estamos ahora. 8Pero también ahora, Señor y Dios nuestro, tu bondad ha hecho posible que un grupo de nosotros quede en libertad y que se nos conceda establecer nuestro hogar en tierra santa; tú has dado nueva luz a nuestros ojos, nos has dado un pequeño respiro en medio de nuestra esclavitud. 9Aunque somos esclavos, no nos has abandonado en nuestra esclavitud; nos has mostrado tu bondad ante los reyes de Persia, nos has concedido vida para reconstruir tu templo de entre sus ruinas, ¡nos has dado protección en Judá y Jerusalén!
10»Pero ahora, Dios nuestro, ¿qué podemos decir después de todo lo que hemos hecho? No hemos cumplido los mandamientos 11que ordenaste por medio de los profetas, tus servidores.#9.11 Los profetas, tus servidores: cf. Dt 18.15; 34.10. Tú nos advertiste que el país en el que íbamos a entrar y del que íbamos a tomar posesión, estaba corrompido por la maldad de la gente de aquellos lugares, que con sus odiosas costumbres paganas lo habían llenado de prácticas impuras. 12También nos dijiste que no debíamos casar a nuestras hijas con sus hijos ni aceptar que sus hijas se casaran con nuestros hijos, ni procurar nunca la paz y el bienestar de esa gente, a fin de mantenernos fuertes, disfrutar de la bondad del país y dejárselo luego todo a nuestros descendientes como su herencia para siempre.#9.12 El vocabulario y las ideas expuestas en los vv. 11-12 aluden a Dt 7.1-3; 11.8; 23.6; 2 R 21.16; Is 1.19.
13»Después de todo lo que nos ha ocurrido por causa de nuestras maldades y grave culpa, y aunque no nos has castigado como merecíamos por nuestros pecados, sino que nos has dado esta libertad, 14¿podríamos acaso volver a desobedecer tus mandamientos y emparentar con gentes de tan odiosas costumbres? ¿Acaso no te enojarías contra nosotros y nos destruirías, hasta que no quedara con vida ni uno solo de nosotros?
15»Señor, Dios de Israel, tú has sido justo con nosotros; tú has permitido que un grupo de nosotros haya podido sobrevivir, como hoy se puede ver. Y nosotros somos realmente culpables ante ti; por eso no podemos estar en tu presencia.»

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