Jeremías 10
10
Dios y los ídolos
10:12-16 – Jer 51:15-19
1Escucha, pueblo de Israel, la palabra del Señor. 2Dice así:
«No aprendáis la conducta de las naciones,
ni os aterroricéis ante las señales del cielo,
aunque las naciones les tengan miedo.
3Las costumbres de los pueblos
no tienen valor alguno.
Cortan un tronco en el bosque,
y un artífice lo labra con un cincel.
4Lo adornan con oro y plata,
y lo afirman con clavos y martillo
para que no se tambalee.
5»Sus ídolos no pueden hablar;
¡parecen espantapájaros
en un campo sembrado de melones!
Tienen que ser transportados,
porque no pueden caminar.
No les tengáis miedo,
que ningún mal pueden haceros,
pero tampoco ningún bien».
6¡No hay nadie como tú, Señor!
¡Grande eres tú,
y grande y poderoso es tu nombre!
7¿Quién no te temerá, Rey de las naciones?
¡Es lo que te corresponde!
Entre todos los sabios de las naciones,
y entre todos los reinos,
no hay nadie como tú.
8Todos son necios e insensatos,
educados por inútiles ídolos de palo.
9De Tarsis se trae plata laminada,
y de Ufaz se importa oro.
Los ídolos, vestidos de púrpura y carmesí,
son obra de artífices y orfebres;
¡todos ellos son obra de artesanos!
10Pero el Señor es el Dios verdadero,
el Dios viviente, el Rey eterno.
Cuando se enoja, tiembla la tierra;
las naciones no pueden soportar su ira.
11«Así les dirás: “Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra desaparecerán de la tierra y de debajo del cielo”».#10:11 Este versículo está escrito en arameo.
12Dios hizo la tierra con su poder,
afirmó el mundo con su sabiduría,
¡extendió los cielos con su inteligencia!
13Cuando él deja oír su voz,
rugen las aguas en los cielos;
hace que vengan las nubes
desde los confines de la tierra.
Entre relámpagos hace llover,
y saca de sus depósitos al viento.
14La humanidad es necia e ignorante;
todo orfebre se avergüenza de sus ídolos.
Sus imágenes son un engaño,
y no hay en ellas aliento de vida.
15No valen nada, son obras ridículas;
cuando llegue el día de su castigo, serán destruidas.
16La heredad de Jacob no es como ellos,
porque él es quien hace todas las cosas;
su nombre es el Señor Todopoderoso,
e Israel es la tribu de su herencia.
Destrucción inminente
17Recoge del suelo tus cosas,
tú que te encuentras sitiado.
18Porque así dice el Señor:
«Esta vez arrojaré a los habitantes del país
como si los lanzara con una honda.
Los pondré en aprietos
y dejaré que los capturen».
19¡Ay de mí, que estoy quebrantado!
¡Mi herida es incurable!
Pero es mi enfermedad,
y me toca soportarla.
20Devastada está mi tienda,
y rotas todas mis cuerdas.
Mis hijos me han abandonado;
han dejado de existir.
Ya no hay nadie que arme mi tienda,
y que levante mis toldos.
21Los pastores se han vuelto necios,
no buscan al Señor;
por eso no han prosperado,
y su rebaño anda disperso.
22¡Escuchad! ¡Llega un mensaje!
Un gran estruendo viene de un país del norte,
que convertirá las ciudades de Judá
en guarida de chacales, en un montón de ruinas.
Oración de Jeremías
23 Señor, yo sé que el hombre
no es dueño de su destino,
que no le es dado al caminante
dirigir sus propios pasos.
24Corrígeme, Señor, pero con justicia,
y no según tu ira, pues me destruirías.
25Derrama tu furor
sobre las naciones que no te reconocen,
y sobre las familias que no invocan tu nombre.
Porque han devorado a Jacob;
se lo han tragado por completo,
y han asolado su morada.
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Jeremías 10: NVI
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Santa Biblia, NUEVA VERSIÓN INTERNACIONAL® NVI® (Castellano)
© 1999, 2005, 2017 por Biblica, Inc.®
Usado con permiso de Biblica, Inc.® Reservados todos los derechos en todo el mundo.
Jeremías 10
10
1OID la palabra que Jehová ha hablado sobre vosotros, oh casa de Israel. 2Así dijo Jehová: No aprendáis el camino de las gentes, ni de las señales del cielo tengáis temor, aunque las gentes las teman. 3Porque las ordenanzas de los pueblos son vanidad: porque leño del monte cortaron, obra de manos de artífice con azuela. 4Con plata y oro lo engalanan; con clavos y martillo lo afirman, para que no se salga. 5Como palma lo igualan, y no hablan; son llevados, porque no pueden andar. No tengáis temor de ellos; porque ni pueden hacer mal, ni para hacer bien tienen poder. 6No hay semejante á tí, oh Jehová; grande tú, y grande tu nombre en fortaleza. 7¿Quién no te temerá, oh Rey de las gentes? porque á tí compete ello; porque entre todos los sabios de las gentes, y en todos sus reinos, no hay semejante á ti. 8Y todos se infatuarán, y entontecerán. Enseñanza de vanidades es el mismo leño. 9Traerán plata extendida de Tarsis, y oro de Uphaz; obrará el artífice, y las manos del fundidor; vestiránlos de cárdeno y de púrpura: obra de peritos es todo. 10Mas Jehová Dios es la verdad; él es Dios vivo y Rey eterno: á su ira tiembla la tierra, y las gentes no pueden sufrir su saña. 11Les diréis así: Los dioses que no hicieron los cielos ni la tierra, perezcan de la tierra y de debajo de estos cielos. 12El que hizo la tierra con su potencia, el que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su prudencia; 13A su voz se da muchedumbre de aguas en el cielo, y hace subir las nubes de lo postrero de la tierra; hace los relámpagos con la lluvia, y saca el viento de sus depósitos. 14Todo hombre se embrutece y le falta ciencia; avergüéncese de su vaciadizo todo fundidor: porque mentira es su obra de fundición, y no hay espíritu en ellos; 15Vanidad son, obra de escarnios: en el tiempo de su visitación perecerán. 16No es como ellos la suerte de Jacob: porque él es el Hacedor de todo, é Israel es la vara de su herencia: Jehová de los ejércitos es su nombre. 17Recoge de las tierras tus mercaderías, la que moras en lugar fuerte.
18Porque así ha dicho Jehová: He aquí que esta vez arrojaré con honda los moradores de la tierra, y he de afligirlos, para que lo hallen.
19Ay de mí, por mi quebrantamiento! mi llaga es muy dolorosa. Yo empero dije: Ciertamente enfermedad mía es esta, y debo sufrirla.
20Mi tienda es destruída, y todas mis cuerdas están rotas: mis hijos fueron sacados de mí, y perecieron: no hay ya más quien extienda mi tienda, ni quien levante mis cortinas.
21Porque los pastores se infatuaron, y no buscaron á Jehová: por tanto no prosperaron, y todo su ganado se esparció.
22He aquí que voz de fama viene, y alboroto grande de la tierra del aquilón, para tornar en soledad todas las ciudades de Judá, en morada de culebras.
23Conozco, oh Jehová, que el hombre no es señor de su camino, ni del hombre que camina es ordenar sus pasos.
24Castígame, oh Jehová, mas con juicio; no con tu furor, porque no me aniquiles.
25Derrama tu enojo sobre las gentes que no te conocen, y sobre las naciones que no invocan tu nombre: porque se comieron á Jacob, y lo devoraron, y le han consumido, y asolado su morada.
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