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Eclesiastés 3

3
2. JUICIOS DEL PREDICADOR EN TORNO A LA EXISTENCIA HUMANA
(3.1—12.8)
Todo tiene su tiempo
1Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:
2Tiempo de nacer
y tiempo de morir,
tiempo de plantar
y tiempo de arrancar lo plantado,
3tiempo de matar
y tiempo de curar,
tiempo de destruir
y tiempo de edificar,
4tiempo de llorar
y tiempo de reír,
tiempo de hacer duelo
y tiempo de bailar,
5tiempo de esparcir piedras
y tiempo de juntarlas,
tiempo de abrazar
y tiempo de abstenerse de abrazar,
6tiempo de buscar
y tiempo de perder,
tiempo de guardar
y tiempo de tirar,
7tiempo de rasgar
y tiempo de coser,
tiempo de callar
y tiempo de hablar,
8tiempo de amar
y tiempo de aborrecer,
tiempo de guerra,
y tiempo de paz.
9¿Qué provecho obtiene el que trabaja de aquello en que se afana? 10He visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él. 11Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin.
12Sé que no hay para el hombre cosa mejor que alegrarse y hacer bien en su vida, 13y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce de los beneficios de toda su labor. 14Sé que todo lo que Dios hace es perpetuo:
Nada hay que añadir ni nada que quitar.
Dios lo hace para que los hombres teman delante de él.
15Lo que antes fue, ya es,
y lo que ha de ser, fue ya;
y Dios restaura lo pasado.
Injusticias de la vida
16Vi más cosas debajo del sol:
en lugar del juicio, la maldad;
y en lugar de la justicia, la iniquidad.
17Y dije en mi corazón: «Al justo y al malvado juzgará Dios; porque allí hay un tiempo para todo lo que se quiere y para todo lo que se hace.»
18Dije también en mi corazón: «Esto es así, por causa de los hijos de los hombres, para que Dios los pruebe, y vean que ellos mismos son semejantes a las bestias.» 19Pues lo mismo les sucede a los hijos de los hombres que a las bestias: como mueren las unas, así mueren los otros, y todos tienen un mismo aliento de vida. No es más el hombre que la bestia, porque todo es vanidad.
20Todo va a un mismo lugar;
todo fue hecho del polvo,
y todo al polvo volverá.
21¿Quién sabe si el espíritu de los hijos de los hombres sube a lo alto, y el espíritu del animal baja a lo hondo de la tierra?
22Así, pues, he visto que no hay cosa mejor para el hombre que alegrarse en su trabajo, porque esa es su recompensa; porque, ¿quién lo llevará para que vea lo que ha de venir después de él?

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Eclesiastés 3: RVR95

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