Mateo 26:36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 55, 56
Mateo 26:36 NVI
Luego fue Jesús con sus discípulos a un lugar llamado Getsemaní y dijo: «Siéntense aquí mientras voy más allá a orar».
Mateo 26:37 NVI
Se llevó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentirse triste y angustiado.
Mateo 26:38 NVI
«Es tal la angustia que me invade que me siento morir —dijo—. Quédense aquí y manténganse despiertos conmigo».
Mateo 26:39 NVI
Yendo un poco más allá, se postró rostro en tierra y oró: «Padre mío, si es posible, no me hagas beber este trago amargo. Pero no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú».
Mateo 26:40 NVI
Luego volvió adonde estaban sus discípulos y los encontró dormidos. «¿No pudieron mantenerse despiertos conmigo ni una hora? —dijo a Pedro—.
Mateo 26:41 NVI
Permanezcan despiertos y oren para que no caigan en tentación. El espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil».
Mateo 26:42 NVI
Por segunda vez se retiró y oró: «Padre mío, si no es posible evitar que yo beba este trago amargo, hágase tu voluntad».
Mateo 26:43 NVI
Cuando volvió, otra vez los encontró dormidos, porque se les cerraban los ojos de sueño.
Mateo 26:44 NVI
Así que los dejó y se retiró a orar por tercera vez, diciendo lo mismo.
Mateo 26:45 NVI
Volvió de nuevo a los discípulos y dijo: «¿Siguen durmiendo y descansando? Miren, se acerca la hora; el Hijo del hombre va a ser entregado en manos de pecadores.
Mateo 26:46 NVI
¡Levántense! ¡Vámonos! ¡Ahí viene el que me traiciona!».
Mateo 26:47 NVI
Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Lo acompañaba una gran turba armada con espadas y palos, enviada por los jefes de los sacerdotes y los líderes religiosos del pueblo.
Mateo 26:48 NVI
El traidor había dado esta contraseña: «Al que le dé un beso, ese es; arréstenlo».
Mateo 26:49 NVI
Enseguida Judas se acercó a Jesús y lo saludó diciendo: —¡Rabí! Y lo besó.
Mateo 26:50 NVI
—Amigo —respondió Jesús—, ¿a qué vienes? Entonces los hombres se acercaron y prendieron a Jesús.
Mateo 26:51 NVI
En eso, uno de los que estaban con él extendió la mano, sacó la espada e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole una oreja.
Mateo 26:52 NVI
—Guarda tu espada —le dijo Jesús—, porque los que a hierro matan, a hierro mueren.
Mateo 26:53 NVI
¿Crees que no puedo acudir a mi Padre y al instante pondría a mi disposición más de doce batallones de ángeles?
Mateo 26:54 NVI
Entonces, ¿cómo se cumplirían las Escrituras que dicen que así tiene que suceder?
Mateo 26:55 NVI
Y de inmediato dijo a la turba: —¿Acaso soy un bandido para que vengan con espadas y palos a arrestarme? Todos los días me sentaba a enseñar en el Templo y no me arrestaron.
Mateo 26:56 NVI
Pero todo esto ha sucedido para que se cumpla lo que escribieron los profetas. Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.