Lucas 4:31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43
Lucas 4:31 NVI
Jesús bajó a Capernaúm, un pueblo de Galilea, y el día sábado enseñaba a la gente.
Lucas 4:32 NVI
Estaban asombrados de su enseñanza, porque hablaba con autoridad.
Lucas 4:33 NVI
Había en la sinagoga un hombre que estaba poseído por un espíritu maligno, quien gritó con todas sus fuerzas
Lucas 4:34 NVI
—¡Ah! ¿Por qué te entrometes, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Yo sé quién eres tú: ¡el Santo de Dios!
Lucas 4:35 NVI
—¡Cállate! —lo reprendió Jesús—. ¡Sal de ese hombre! Entonces el demonio derribó al hombre en medio de la gente y salió de él sin hacerle ningún daño.
Lucas 4:36 NVI
Todos se asustaron y se decían unos a otros: «¿Qué clase de palabra es esta? ¡Con autoridad y poder da órdenes a los espíritus malignos y salen!».
Lucas 4:38 NVI
Cuando Jesús salió de la sinagoga, fue a casa de Simón, cuya suegra estaba enferma con una fiebre muy alta. Pidieron a Jesús que la ayudara
Lucas 4:39 NVI
así que se inclinó sobre ella, reprendió a la fiebre y esta se le quitó. Ella se levantó enseguida y comenzó a servirles.
Lucas 4:40 NVI
Al ponerse el sol, la gente llevó a Jesús todos los que padecían de diversas enfermedades; él puso las manos sobre cada uno de ellos y los sanó.
Lucas 4:41 NVI
Además, de muchas personas salían demonios que gritaban: «¡Tú eres el Hijo de Dios!». Pero él los reprendía y no los dejaba hablar porque sabían que él era el Cristo.
Lucas 4:42 NVI
Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar solitario. La gente andaba buscándolo y, cuando llegaron adonde él estaba, procuraban detenerlo para que no se fuera.
Lucas 4:43 NVI
Pero él les dijo: «Es preciso que anuncie también a los demás pueblos las buenas noticias del reino de Dios, porque para esto fui enviado».